Tampoco abunda mucho, pero sí nos acompaña por el Valle del Rudrón, siendo en el otoño cuando vemos destacar sus frutos de color rosado.
Tamaño máximo 7 metros, floración de Abril a Mayo, crece en altitudes de 0 a 700 metros.
Debe su nombre común a la forma característica de sus frutos, que presentan 4 picos, como los bonetes, gorras que utilizaban los eclesiásticos y seminaristas. Euonymus, significa de buen nombre, refiriéndose irónicamente a que se consideraba fuente de desgracias debido al olor desagradable de sus flores y a que sus frutos y hojas eran venenosas. Sus semillas son tóxicas para los humanos, pero les encanta a los mirlos, lo que se utiliza para su dispersión.
Como aparece en el libro, "Doce pequeños huéspedes", de Karl von Frisch, un tipo de pulgón, el del haba, pone sus huevos en el bonetero o evónimo. Las crías recién nacidas, se nutren al nacer de sus sabia y lo abandonan en Mayo, marchando a las habas. En otoño regresan para repetir el ciclo.
Una última curiosidad, su madera amarillenta carbonizada proporciona el carboncillo de dibujo.
Los alcaloides de sus frutos los convierten en venenosos para los mamíferos. Pero a los pájaros les encantan...
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